domingo, 27 de marzo de 2011

Andrés Alonso, un gastrónomo cántabro.

«Mañana, al salir el sol, parto hacia Valladolid para participar en la feria Alimentaria», me dijo el Jefe de la Sección de Promoción Turística, de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, don Andrés Alonso Díaz, funcionario encantado de su labor, rara ave un trabajador feliz, tan difícil de hallar como los tréboles de cuatro hojas bajo un chopo. 



Tanto le agrada lo que hace que no me supo responder con la esperada celeridad a la sencilla pregunta de cuántos trienios acumulaba. «No sé», contestó; «la verdad es que no lo tengo nada claro… si te soy sincero, tendría que pensarlo». Al final los concretó en once o doce. «Para que te hagas una idea», me dijo, «soy de los primeros transferidos, porque empecé mi carrera como funcionario de Trabajo y caí en Turismo». Me comentó que tenía cincuenta y siete años y, como le preguntara si eran muchas sus ansias por jubilarse, me contestó que ni por pienso, que se encontraba muy a gusto moldeando el turismo de Cantabria y disfrutando con la promoción de lo nuestro, actividad que siempre le ha agradado. Fue, durante años, reportero gastronómico de Alerta y, actualmente, participa en una tertulia de Radio Nacional llamada “Comer de Oído”, dirigida por Jesús Sánchez. Pertenece a un sinnúmero de cofradías y organizaciones y, como lógico corolario de tan exuberante actividad profesional, la presencia de este ingeniero técnico industrial (de la primera promoción de Cantabria) puede detectarse en todo cuanto se mueve en la cultura gastronómica de la región. El enamoramiento por su profesión, tan vinculada a la promoción turística, es lo que me ha hecho traerlo a la columna, pero también su vertiente de funcionario público pues, en este corte transversal sobre la cultura del buen comer y beber que pretendo, no podía faltar un empleado de otra Consejería que, junto con la de Desarrollo Rural,   es abanderada en ese trabajo, una organización gubernamental tras la que muchas personas laboran en silencio para promocionar lo nuestro; gentes anónimas, muchas veces envidiadas y no pocas denostadas, sin cuyo trabajo Cantabria no sería lo que es y no ofreceríamos un marco tan amable y acogedor para el visitante. Dice Andrés Alonso que su Consejería apuesta al ciento por ciento por la gastronomía de Cantabria, que esta es el buque insignia de nuestro desarrollo turístico. Me comentó, y yo mismo lo puedo ratificar, que no son pocos los visitantes que vienen a esta tierra atraídos por el medio natural, nuestro mejor aliado, para marchar luego con una agradable sorpresa: la calidad. «Cantabria es muy hermosa» dicen y muchos añaden: «pero, además, se come de maravilla». Según él, la relación calidad precio supera con creces la de las regiones vecinas y el hecho de ser una comunidad pequeña no quita, sino que añade una mayor capacidad de maniobra. «Mira, Javier, un grupo de turistas puede tomar unas rabas en Santander, marchar luego a comer a Cabuérniga y terminar de copas en San Vicente; son ventajas de ser pequeños. Además, con seiscientos mil habitantes tenemos concedidas hasta cuatro estrellas Michelin y nuestros vecinos, tan poderosos demográficamente, no pueden alardear, en proporción, de similar categoría». Cree Andrés que el origen del interés por la cultura gastronómica se halla en la larga gestión del actual consejero, don Javier López Marcano y en la colaboración de organizaciones populares y profesionales, como las cofradías que, potenciadas por su Departamento, son activos catalizadores sociales en cuantos eventos organiza la Administración. Múltiples, pues, son las actividades de promoción en las que navega nuestro activo funcionario en representación de Cultura: la Academia de Gastronomía, las ferias de Alimentaria y Fitur, «Cantabria a través de los caminos» y un rosario de eventos sin los que el sector no tendría la misma perspectiva. Entre estas actuaciones, merece especial mención el «Club de Calidad Cantabria Infinita», exquisita selección de la excelencia de la región, que ya cuenta con más de un ciento de socios y que es garantía del nivel profesional que se quiere para Cantabria. «Sólo así se puede atraer al turista de consumo inteligente», asegura. Y lo mejor de todo, este funcionario, este gourmet, este hombre que vive por y para su trabajo (la promoción de la gastronomía de Cantabria, que es igual a decir su turismo), es optimista sobre el futuro de la región. No hay fisura en su fe, y esto es garantía para el ciudadano; la nave del turismo cuenta con excelentes y experimentados marinos.

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