martes, 11 de diciembre de 2012

PAX ROMANA, de YEYO BALBÁS


He sostenido desde hace tiempo (cuantos han leído mis críticas lo podrán ratificar) que el más importante valor estético de una novela radica en el manejo del arte, de manera que el lector sea absorbido por lo que se le cuenta, y pase a vivir en un mundo ficticio que trascienda su cotidianeidad. ¿Se produce este rapto en “Pax Romana”?