viernes, 24 de octubre de 2014

LA INVEROSIMILITUD DE LO REAL

No es posible, en ocasiones, escribir sobre hechos reales porque resultan tan increíbles a los lectores que pueden terminar arrojando al escritor el cuento a la cabeza porque no se lo terminen de creer. Por lo tanto, ojito con la vida real. Pero, como es habitual, vamos a poner un ejemplo sacado de la calle, ayer sin ir más lejos. Veréis cómo no es posible utilizar este material en la ficción.

El Ayuntamiento de Santander, para ayudar al Banco de Alimentos —ya se sabe que cada vez hay más gente afectada por la crisis y que tal labor de las instituciones y, sobre todo de las ONGs resulta imprescindible—, ha dado en la magnífica idea de fletar una bicicleta estática.

La misión de este artilugio es recorrer los centros docentes de Cantabria. Ayer la vi en un instituto y comprobé que había un tipo gordo y sonriente pedaleando en ella, era el director para dar ejemplo. Estaba situada justo en la entrada.

¿Qué tienen que ver las churras con las merinas?, me preguntarán. Muy sencillo, a ver si son capaces de seguirme.

La bicicleta tiene un contador de kilómetros. El juego consiste en que, al final del periplo de la bici por todos los institutos de la ciudad, el kilometraje sea cuanto más alto mejor porque —y aquí viene lo bueno—, por cada kilómetro logrado con el esfuerzo de todos, la Administración convocante dotará a razón de euro el kilómetro para nutrir el banco de alimentos.

¡Venga Juanillo!, oí decir al Director que se bajaba algo derrengado por el esfuerzo, a ver si consigues sacar cinco euros de comida para los pobretes. ¡Venga, chaval, que tú puedes! Y allí estaban todos los niños, en nutrido pelotón pelotillero, para ser de los que más euros lograsen y así, aportar su grano de arena en la solución de la crisis. ¡Vivir para ver!

Esto no es una invención ni un cuento. Es, si cabe, una estampa de la vida real y, por supuesto, carente de las más mínimas condiciones de verosimilitud literaria, pese a su autenticidad.

¡País de imbéciles! ¿Por qué no dejáis en paz a los niños con vuestras tontadas, políticos descerebrados, os marcháis de una vez al basurero de la Historia, y dejáis vivir a los jóvenes entre sus propios problemas, que bastante tienen con el negro futuro que les habéis fabricado? ¿Creéis que no nos damos cuenta de que sólo servís para diseñar proyectos estúpidos que justifiquen vuestra incapacidad en lo realmente importante y para compensarnos con iniciativas lúdico-denigrantes-subnormaloides, por el compacto sueldo que, pagado por todos, os embolsáis mes a mes? Os recomiendo que hagáis el demencial experimento sociológico en los colegios de pago, en las universidades privadas, que están mejor alimentados para darle al pedal y que dejéis a los pobres en paz.

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