miércoles, 15 de diciembre de 2010

El caricón santoñés

Hace muchos años, en tiempos de la Guerra de la Independencia, vivía en Escalante una hermosa molinera cuyo meneillo al caminar era gloria bendita para cristianos y afrancesados. 

sábado, 4 de diciembre de 2010

Mi última tortilla de patata, bajo el Puente del Diablo

Era muy joven, por eso quedó grabado aquel sabor en mi mente con la impronta indeleble del apasionamiento. Luego he comido muchas, de todos los espesores, con cebolla o sin ella, blanda y compacta, rica en huevo o deslavazada, salada o sosa, pero ninguna me supo igual, a amores prohibidos, a aguas rugientes, a salitre y humedad, a simas infernales que parecían llamar al viajero, que las tortillas que tomaba junto a mis amigos en las excursiones al Puente del Diablo.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Encuentros en la "tercera fase" con Juan de la Cosa

El pasado 5 de julio, lunes, decidí pasar por la exposición «Juan de la Cosa y la época de los descubrimientos», parada obligada para quien, como yo, se había atrevido a escribir una novela histórica sobre dicho personaje.
La Primera Sala llevaba el título de «Juan de la Cosa y Santoña». Pude allí admirar un grabado de Santiago Matamoros, cedido por la Parroquia de Santa María y un excelente escudo de la familia Morales de los Ríos y Pineda, de hace casi quinientos años, conservado en madera, una guasa para los fabricantes de miradores de pvc.

viernes, 22 de octubre de 2010

TOMAS FALSAS DE EL CARTÓGRAFO DE LA REINA

Como en el cine, una obra literaria deja tras de sí infinidad de "tomas falsas". Igual que el director de una película, todo escritor que se precie debe estar dispuesto a aplicarse a fondo con la tijera. Revisar, modificar, borrar y no tener piedad de sus trabajos, sus ideas enjundiosas, sus tramas multifásicas y reprofundas, ni tampoco de las pelambreras de personajes sin cuento, las explicaciones prolijas, las metáforas sospechosas de genialidad...










Javier Tazón Ruescas, en El cartógrafo de la reina, tuvo que reducir a la mitad las más de ochocientas páginas del manuscrito inicial. Ofrecemos a continuación una muestra de esos fragmentos desechados en la redacción final, junto con el pertinente comentario del autor sobre las causas que aconsejaron la supresión.



Si te ha gustado "El Cartógrafo de la reina", entra en la página promocional del libro y disfruta con "LAS TOMAS FALSAS"...
http://elcartografodelareina.com/

sábado, 16 de octubre de 2010

Si han leído ustedes, en esta misma sección, El inspector de servicios, de Javier Tazón, sin duda sabrán quién es don Fulgencio Vara. Lo que quizá ignoren es la pasión literaria de don Fulgencio, que nos ha sorprendido a todos con una colaboración para nuestro Callejón del Gato. Como no queremos desairar al señor inspector, les ofrecemos, a continuación, su espeluznante y tragicómico relato, titulado "CANCELACIÓN DE HIPOTECA".
 
 
Declaración de Pedrito Sinclair, natural de Madrid, hijo de Maruja Sinclair y padre desconocido, nacionalidad española, diecisiete años en la actualidad, doce en el momento de producirse los hechos:  Era un hombre guay, todo un tipo, aunque a veces algo plasta. Cada vez que venía íbamos a Barajas a buscarle. El barco le dejaba en Londres y desde allí cogía el avión hasta aquí. Yo y mi hermana Lucy mirábamos los maletones que traía, deseábamos que salieran por la cinta transportadora; yo me hacía el disimulado, aunque bien sabía que algo habría y no poca cosa, pero ella se despepitaba con chillidos y tirones de manos, todas las maletas le parecían la de Juancho. En una ocasión me trajo un ordenador portátil, mucho mejor que los que teníamos en la clase de informática del cole. ¡Ah!, eso, el cole también lo pagaba él, y era muy caro...


Se puede leer y bajar este cuento en Editorial Kattigara:


http://www.kattigara.com/index.php?option=com_content&view=article&id=61:cancelacion-de-hipoteca-por-fulgencio-vara&catid=38:el-callejon-del-gato&Itemid=63 

martes, 12 de octubre de 2010

Juan de la Cosa en Panamá (Publicado en la revista de historia Los Cántabros)

JUAN DE LA COSA EN PANAMÁ
El paso imposible

Por JAVIER TAZÓN RUESCAS
Escritor
Autor de la novela El cartógrafo de la reina (Memorias de Juan de la Cosa), Ed. Kattigara, 2010

            Es de dominio público que Colón consideraba las tierras descubiertas en 1492 como las Indias, y que esa idea le llevó a buscar, incansable, la tierra firme en la que pensaba hallar el reino del Gran Kan, del que tanto había hablado Marco Polo.

sábado, 2 de octubre de 2010

Santoña, puerto anchoero. La conexión italiana (y 3)

Aquellos pioneros de temporada tardaban más de quince días en llegar a Santoña desde Palermo. Subían en barco hacia Génova y allí tomaban el tren que les llevaría hasta Bilbao; de aquí a Santoña, en diligencia. Venían agotados aunque felices por el ambiente primaveral y las perspectivas de negocio seguro.

viernes, 24 de septiembre de 2010

A la buena anchoa del Cantábrico. La conexión italiana II

Habíamos dejado esta apasionante historia de la anchoa del Cantábrico en las condiciones de la industria transformadora en nuestras costas, allá por los tiempos previos a la arribada de los italianos y nos habíamos formulado una pregunta: ¿Por qué vinieron?

viernes, 17 de septiembre de 2010

La anchoa, un regalo enviado desde Sicilia I

En la populosa Fiesta de la Sidra de Escalante se escuchó decir este año: «De Santoña, las anchoas; el buen turrón de Alicante; de Novales los limones y la sidra, de Escalante». No se trataba de una mera declaración, pues los organizadores tomaron en serio el estribillo y ofrecieron al público una curiosa novedad: las anchoas como instrumento para la operación llamada «forraje», consistente en rellenar un tanto el estómago para poder beber sidra con la seguridad de no sufrir efectos secundarios. Tras el acto todos alabaron la feliz iniciativa, pues quedó comprobado que ambos sabores, el salado suave de la anchoa y el frescor afrutado de la sidra, hacen excelente pareja.


jueves, 9 de septiembre de 2010

Fórmula para elaborar un buen cocido montañés y III

Son las cinco de una mañana de julio, hora de Escalante. He madrugado más que la alborada, como es mi costumbre y me dispongo para el sagrado oficio de elaborar un suculento cocido montañés para veinte personas.

Fórmula para elaborar un buen cocido montañés II

«Has de saber, Mariuca», le dije a mi comodona vecina, «que para hacer un buen cocido montañés, además de paciencia, se precisa tener aguzados los sentidos del olor y del gusto, pero también los de la vista y el oído». 

La fórmula del cocido montañés I

Me dijo aquella buena mujer, santanderina urbanita, hacendosa, amante de su familia y de la comida rápida: «¡Ay, hijo, a mí, cuando me toca hacer cocido montañés soy feliz, lástima que mi Juanín no pueda comerlo todos los días! ¡Es tan fácil de hacer!».


lunes, 30 de agosto de 2010

El sobao pasiego (y 3).- Dicen los académicos que es un bizcocho.

Ha sido una mera coincidencia el hecho de que la Real Academia de la Lengua Española haya incluido el término sobao entre sus más de cien mil entradas, a los pocos días de que se publicaran nuestros artículos sobre este delicioso postre cántabro. Les aseguro que nada sabíamos de tales planes, que los responsables de lexicografía de tan digna institución no nos enviaron correo electrónico alguno y que tampoco tuvimos la fortuna infinita de hablar por teléfono con los grandes académicos, pozos de sabiduría, como algún novelista de nuevo cuño aficionado al taco simplón y tabernario.

Sobao pasiego II.- De sobadas de manteca a postre cántabro universal.

«¡Bueno estuvo el agasajo aquel!... ¡Bueno de veras!... Primeramente, conservas de guindas y ciruelas claudias, queso de Flandes y miel de abejas; después, chocolate con sobadas de manteca, y bollos de Mallorca; y para endulzar el agua, azucarillos de color de rosa». Esta es la única referencia de José María de Pereda al sobao, cuando describe el agasajo que don Pedro Mortera le hace a Juan de Prezanes en «El sabor de la tierruca».  La cita nos muestra que nuestro protagonista fue siempre un manjar muy apreciado en las grandes ocasiones. En esto seguía la pauta de muchos postres populares españoles con pan como base, en los que se aunaba el aprovechamiento de las sobras con cierto exhibicionismo de la prosperidad familiar, alarde de abundancia en mantecas, azúcares y gullerías de tal jaez.

jueves, 26 de agosto de 2010

El sobao pasiego, arma secreta del Doctor Madrazo

«Queridísima Eusebia», dijo con cariño don Enrique a la cocinera de confianza de la familia, «es necesario que nos esmeremos en la alimentación de nuestros enfermos. Sabes  lo importante que es proporcionarles una dieta equilibrada en el período de convalecencia. Tu comida nos encanta, pero necesitamos un buen postre, algo sano y nutritivo; no sé, un bollo parecido a esas sobadas que hacía con pan tu difunta madre, pero más ligeras. Bien sabes que me juego mucho con el restablecimiento de mis pacientes.

domingo, 30 de mayo de 2010

Cancelación de hipoteca (por Fulgencio Vara)


Si han leído ustedes, en esta misma sección, El inspector de servicios, de Javier Tazón, sin duda sabrán quién es don Fulgencio Vara. Lo que quizá ignoren es la pasión literaria de don Fulgencio, que nos ha sorprendido a todos con una colaboración para nuestro Callejón del Gato. Como no queremos desairar al señor inspector, les ofrecemos, a continuación, su espeluznante y tragicómico relato, titulado "CANCELACIÓN DE HIPOTECA".

Editorial Kattigara: www.kattigara.com

El caldo de Baco retorna a Cantabria

Casi diez años hace ya de mis primeras conversaciones con Fernando Renovales, el padre del vino en Cantabria. Fue a principios de este prometedor siglo y milenio cuando en nuestra tierra ciertos alocados trataron de recuperar productos que otrora fueran importantes e incluso distintivos de nuestra idiosincrasia; me estoy refiriendo a la sidra y al vino.








El lenguaje del mono

¿No escuchas tu pensamiento, James? ¿Cómo es? ¿Líquido? ¿Cómo pudiste escribir el Ulises?¿Cómo lograste venderlo como fidedigna aproximación al flujo de conciencia?

La caldeirada de cabra y la inspiración de don Quijote.


A mí no me gusta la carne “o caldeiro”, vaya esto por delante. Quizás sea porque he tenido mala suerte cuando pasé por lo más profundo de la bella Galicia. 

Me pareció un guiso deslavazado, en el que la carne no adquiría el suficiente sabor y la salsa tampoco se veía enriquecida por el juguillo de aquella. Bien pudo ser porque mi paladar se volvió loco con tan excelente pulpo a feira, tan ricamente aderezado, tan sabroso, tan tierno. ¡Vaya usted a saber!, ¡cosas del gusto! Lo cierto es que siempre que me llega a la mesa ese plato, para mí insulso, me acuerdo de la escena de don Quijote y los Cabreros.

¿Comía gato don Quijote?

Don Quijote era un hidalgo «de solar». Esto significaba mucho más que serlo notorio o de ejecutoria, pues estos últimos compraban la hidalguía mandando que los letrados les fabricasen una probanza judicial difícil y cara.

El bar La Pirula, Peña Herbosa: una isla en el océano.

                Todo el centro de Santander estaba plagado de pijotascas que proliferaban como setas. En ellas podía el visitante hallar lo más granado de nuestros señoritingos, lechuguinos y pisaverdes, así como a las más delicadas muñequitas de porcelana luciendo sus últimos modelos y echando las manitas hacia atrás y pronunciando sus consabidos “oseas” y “fijatés”.

La micro-hostelería. El bar de Remigio (La Albericia)

    El Bar de Remigio está en La Albericia, uno de los barrios más típicos de Santander, pese a que se halla en los extrarradios de la ciudad.

Lagares de Ribera de Duero (El silencio sagrado donde madura la belleza)


«Al final de la celebración, con los estómagos ahítos y los cerebros embotados, se apaga la luz de las bodegas.

Marmite versus marmitaco.

«Surca la mar la lancha bonitera y, escondido el anzuelo en la panoja, el acerado pez que a ella se arroja víctima cae de su codicia fiera.

Santander olía a rabas.

«Santander olía a rabas.» Eso me dijo un viejo de Puerto Chico mientras pintaba su bote en la rampa.


domingo, 18 de abril de 2010

El Inspector de Servicios (desventuras de funcionarios y funcionarias españoles y españolas)


KATTIGARA VIRTUAL inaugura su Callejón del Gato con este divertido y esperpéntico relato de Javier Tazón Ruescas: el inspector Fulgencio Vara, al borde de la jubilación, nos ofrece su visión de la administración española del siglo veintiuno. Esta sátira, subtitulada "Desventuras de funcionarios y funcionarias españoles y españolas", se basa en múltiples hechos verídicos (aunque cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia), lo cual da mucho que pensar...
Aquellos ocho individuos eran, sin lugar a dudas, los jefes y jefecillos, responsables de servicios y secciones, de la Dirección General de Administración Periférica (DIGAP), a la que el último inspector de servicios de España debía poner patas arriba, como era su costumbre y obligación...
Leer el Inspector de Servicios en www.kattigara.com

lunes, 15 de marzo de 2010

Gastronomía marinera en la obra de José María de Pereda

Pasó el año de Cervantes y pasó también el de Pereda, y pasarán los años conmemorativos de nuestras mejores plumas y no se podrán leer reseñas gastronómicas sobre sus obras. No sé qué nos pasa a los españoles, que no terminamos de unir al placer de leer la dicha del buen yantar.

Diez años después

¿Te Acuerdas de aquel 13 de octubre del año dos mil? ¿De la Primera Edición del Día de la Sidra, porque aún estaba lejos eso de celebrar la fiesta siempre el último sábado de julio? Acababais de estrenar siglo y milenio. ¿Quién te iba a decir que en ese amanecer frío y húmedo se forjaría la leyenda de la sidra de Cantabria y que vuestro pueblo se iba a convertir en la Villaviciosa de La Montaña. «¡Villaviciosa!» Sea su nombre citado con todos los respetos, aunque, quizás, con el tiempo Escalante llegue a ser, a lo mejor ya lo es, una sucursal de la patria de todas las sidras.


¿Sidra en la carabela de Juan de la Cosa?

Juan de la Cosa, de cuya muerte se cumplen 500 años el próximo 28 de febrero de 2010, y los vizcaínos que navegaron en la Santa María se preocupaban más por el agua que por otras bebidas. Es muy probable, sin embargo, que llevaran la despensa bien abastecida de sidra, producto que abundaba por aquellos tiempos en Santoña y poblaciones aledañas. Pero, antes de seguir, debo aclarar que entonces se entendía por vizcaíno a todo habitante del Cantábrico desde Santander a San Juan de Luz, y por gallego a los marinos de la zona oriental, desde la villa de Terio y Lonio hasta Tuy, de forma que cántabros y astures, como tales, no existíamos.

La receta de la güela Lines

Una vida sana, unas arterias flexibles construidas con nutrientes naturales, de la tierra, unas costumbres ordenadas y una naturaleza de roble, tan usual entre las gentes orgonomescas, es lo que ha permitido a doña Lines Sánchez Cordero llegar a los noventa y seis años; cumple noventa y siete el 18 de julio próximo.

La cocina de Camacho, el Rico.

Miguel de Cervantes, el grande, el maestro, el inventor de la novela, era un hombre que estaba de vuelta de todo cuando escribió El Quijote. Había sido soldado, cautivo, espía, proveedor de las galeras reales, y hasta trabajó como inspector de Hacienda de la época, pues reclamaba alcábalas ya vencidas, en la ejecutiva como si dijéramos. Había contemplado muchas miserias humanas y quién sabe si pasado cierta necesidad en pago de su genialidad hoy reconocida por todos. Es posible que una olla de algo más vaca que carnero y poco más consumieran los dos tercios de su hacienda, allá en la casa pucelana donde culminó la memorable novela. En ella nos regaló una descripción culinaria que, sin exagerar, cuando se lee con el estómago vacío, hace que los jugos gástricos dancen en las entrañas. 

El delantal y la pluma

La novela moderna fue inventada por Flaubert, con «Madame Bobary», «El aprendizaje sentimental» y otras joyas que todos recordarán. ¿Qué aportó este hombre a la narrativa? La técnica de la filmación. Hasta que desenfundó su pluma la novela no se había recreado en el ambiente; él, sin embargo, actuó como un cineasta porque hizo que sus personajes se paseasen por la calle, miraran los objetos, el quejido de las hojas pisadas, el ladrido de un perro en la lejanía, sin que tales elementos tuviesen relación directa con el argumento; sólo pretendía crear ambiente. Esta técnica, que ahora nos parece natural gracias a la magia cinematográfica, fue una novedad en la novelística.

Los comensales de Pepe Carvalho y la receta del fidehuà

La imagen que se forma el lector del detective Pepe Carvalho Tourón, gallego de ejercicio aunque catalán de hecho, es la del autor, la de Manuel Vázquez Montalbán. Es inevitable, en principio, identificar al escritor con sus personajes por eso de que siempre hay algo, o mucho, del artista en su criatura. Carvalho es visto, pues, para el recién llegado a la obra del escritor catalán, como un hombre gordo, casi obeso, calvo, con papada, tripa prominente, bigote, manos regordetas y gafas.

La casa de Lúculo o el arte de comer.

Julio Camba era un gallego trotamundos, lo cual no es mucho decir para diferenciarlo entre los componentes de una nación a la que el planeta le queda chico. Mejor será presentarlo como hombre que vivió con gran intensidad. Fue anarquista en su juventud, fundó periódicos y revistas obreras; lo expulsaron de Argentina por ácrata e, incluso, fue llamado a declarar por el atentado que sufrió Alfonso XIII, debido a su amistad con uno de los imputados. A tan fulgurante arrancada de caballo andaluz, vino una sensata parada de burro manchego, y el periodista, uno de los más brillantes de la posguerra, terminó escribiendo para el ABC, con paseos por El Sol, La Vanguardia y Arriba. Murió a los ochenta años en Madrid, quince antes de que llegara la democracia y nos dejó, entre su vasta producción periodística y literaria, una obra de gran interés para los amantes de la gastronomía y las letras: «La Casa de Lúculo, o el arte de comer», que escribió en Nueva York, a los cuarenta y siete años, una edad en la que a los hombres se nos fija en el abdomen el resultado de tantas y tantas libaciones, tantos y tantos buenos momentos a la mesa.No se trata de una obra como las que hemos analizado hasta ahora, en las que la gastronomía es un mero complemento que adorna el paisaje argumental; por el contrario, el periodista gallego pretende presentarnos todo un tratado de gastronomía, desde la pura y dura biología del acto alimenticio hasta las buenas formas en la mesa, pasando por el análisis de las más importantes cocinas de nuestro ámbito cultural y por sus opiniones sobre los diversos guisos.
Encontré el viejo libro en un rincón de mi biblioteca donde guardo los materiales inclasificables y recordé los buenos momentos leyéndolo, como suelo hacer con esas botellas de excelente vino que hago firmar a mis invitados y que guardo luego como oro en paño para recordar los fugaces instantes de felicidad en buena mesa y compañía, el aroma del Vega Sicilia, su olor austero y aromático,su sabor esférico, envolvente, aterciopelado; así es esta obra de Julio Camba.

domingo, 14 de marzo de 2010

Cántabros, astures, moros, comida y sexo

He de confesar, desolado, en este rinconcín gastronómico dedicado a la literatura, que nuestras letras patrias, (entendiendo por tal el terruño, en el sentido más puro del término, la tierra de nuestros padres) son torponas en lo tocante a describir los placeres de la buena mesa. Ya lo dije en mi anterior artículo sobre la obra del maestro, don José María de Pereda. Estoy seguro de que, rascando, rascando, podrían hallarse textos aceptables en los que alguna de nuestras plumas se explaye más de lo literariamente correcto en estos asuntos tan prosaicos.