"No cabía. El féretro con el cuerpo de mi hermano, don Ruy González
de Ceballos, quinto señor de Escalante, no cabía en el nicho a ras de suelo, en
la nave central de la Iglesia de la Santa Cruz, junto a la losa de nuestros amados
padres. Por muy poco no cabía. Hubo asistentes que se esforzaban por ocultar la
risa, otros se mostraban molestos por la tardanza; entre los aldeanos, en fin,
alguno se atrevió a reír abiertamente. Yo misma, bajo el velo, también sonreí,
que la imaginación me hizo ver el rostro gordezuelo y travieso de mi hermano,
como fue siempre su natural, burlándose de todos. Aquella sería, seguro, su última
broma. ¿Quién podía pensar en el triste fin que la vida le reservaba? ¿Cómo
pudo perder el juicio hasta el punto de convertir el acto de morir en un pecado
sin remisión, como es propio de infieles? Y, sin embargo, también me reí."
ESCRITOR | El cartógrafo de la reina | Las rutas del Norte | El mapa perdido | Cantabromaquia | SCALA, la leyenda de un pueblo
viernes, 6 de marzo de 2015
UN CASO DE EXTRAÑAMIENTO EN LA INMINENTE NOVELA "SCALA", QUE SALDRÁ EN MAYO.
Esta es una pequeña muestra de la novela SCALA, un capítulo intermedio que empieza con una alta dosis de extrañamiento, ya saben, ese puñetazo en la cara del lector para que siga leyendo. Fui testigo hace un año de un problema similar, un ataúd que no cabía en el nicho, en una tarde gélida de invierno. Estas cosas pasan. DICE ASÍ:
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Yo no me habría reído.Cuestión de estilo. Me dejó tan lúgubre, tan lúgubre como a Porfirio Barba Jacob su Canción de la Vida Profunda: "A veces somos tan lánguidos, tan lánguidos, tan móviles, tan móviles....". La literatura de hoy te hace pensar que quizás "todo tiempo pasado fue mejor...".
ResponderEliminarYo tampoco me reí en el hecho real que fue germen de la escena, pero por dentro me estaba partiendo el pecho. No veas lo afanados que estaban los albañiles, la inquietud del cura, los llantos de la viuda y yo que conocía que el difunto era un zumbón.
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