jueves, 26 de junio de 2014

EL DECÁLOGO DE LOS TALLERES LITERARIOS "KATTIGARA"

Una vez finalizados los cursos de los Talleres Kattigara: «Técnica literaria para escritores» y «Taller de literatura moderna», resumimos a continuación nuestro concepto de la enseñanza de la técnica y la literatura en los siguientes principios.

  1.     La lectura es la base de la escritura creativa.
No es posible aprender a escribir sin haber leído mucho, sin leer mientras se escribe, sin leer tras haber escrito. Leer y escribir es todo uno. La literatura exige al escritor un alto nivel de interactividad con ella porque el lenguaje es ritmo, el cual sólo es asumido a través de la lectura.


  2.     La forma prevalece siempre sobre el fondo.
Es más importante el cómo que el qué. Las ideas argumentales brillantes de poco sirven si no se acierta con el trazo con el que se van a plasmar.

  3.     Es diferente contar a mostrar.
El escritor, como el narrador natural, ha de ser capaz de disponer de instrumentos de filmación capaces de hacer ver al lector lo que quiere transmitirle, como si de una película en color se tratase.

 4.     Hay gran diferencia entre la literatura-arte y la literatura-quiosco. (Dicho sea sin ánimo de ofender a los grandes como Estefanía y Tellado)

Denunciamos las malas artes de la industria novelera, que lleva a la sociedad: a la unificación por abajo, a la pérdida de de fondos bibliográficos y a la aculturación generalizada.

  5.     Concebimos la imaginación como la cualidad de buscar lo posible.
Es decir, que el alumno aprenda a imaginar en el sentido de “ver que se puede”, “que es posible”. Esta incursión en “cómo lo hago”, “cómo lo haría para…”, es a lo que llamamos imaginación creativa. No es imaginación creativa la mera habilidad para forjar peripecias con los personajes, que está al alcance de cualquier chico de ocho años que juegue con muñecos de pleymobil.

  6.     Para sacarle gusto a la literatura es preciso disfrutar de los clásicos.
No ya los Clásicos con mayúscula, que también, sino los autores más cercanos a nosotros, que han formado escuela, que tienen algo que aportar al mundo de la cultura. El escritor, en este sentido, ha de estar dispuesto a soportar la sombra de la influencia de los grandes, e incluso a sumergirse en esa sombra. Por desgracia, a los grandes hay que buscarlos en librerías de viejo y nunca son los que promociona como estrellas vacías la industria cultural.

  7.     Escribir es borrar.
Todo escritor ha de saber, al enristrar la pluma, que ha de borrar una gran parte de su trabajo. Debe contar con sus críticos, pero sobre todo con el más duro de ellos: él mismo.

  8.     Al día de hoy, la literatura está, inevitablemente, unida al cine.
No se puede prescindir de “la mirada de la cámara”, omnipresente en las conciencias desde la infancia. Pero en la literatura se manejan palabras, unidades mucho más complejas que los fotogramas cinematográficos. Ellos, los cineastas, cuentan con la imagen, nosotros nos vemos obligados a generar imágenes con palabras, lo que es mucho más difícil.

  9.     Aprender es imitar.
Por eso es preciso buscar los maestros, los autores que a cada uno nos satisfagan e imitarlos sin complejos. Para eso hay que vincularse a una escuela, a una tendencia, a determinada gama de escritores, estudiarlos y copiar cuanto se pueda de ellos. Luego vendrá la perfección del propio estilo.

  10.                       No todo el que quiere escribir sirve para el oficio.
No es frecuente escuchar esto en los talleres literarios, en los que parece que se vende la obra terminada: “ven a mi taller y escribirás una novela”. Para escribir se precisan ciertas cualidades básicas. Sin ellas se podrá aprender mucho y ser un gran crítico o profesor universitario de renombre o ensayista de prestigio, pero no escritor. Son, a saber: 1.- Imaginación creativa. 2.- Capacidad de observación. 3.- Una cierta catarata discursiva, una cierta locuacidad narrativa.

  11.                       Estos diez mandamientos se encierran en una técnica de trabajo: para profundizar en el estudio de estos principios, en los Talleres Literarios “Kattigara” no perdemos el tiempo en subrayados y comentarios interminables sobre si el realismo es mágico o la magia es realista. Vamos al grano. Damos contenido.



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