Cascaradenuez es un joven excéntrico, autista, un prototipo
de hikikomori, que vive encerrado en su vivienda con las persianas bajadas
desde hace años. Se gana la vida como distribuidor de pornografía en internet,
comisionista si logra que los aficionados se enganchen a las páginas de pago. La existencia del muchacho gira en torno a sus ordenadores, los juegos
informáticos, los chateos y los pedidos de comics, dvds y productos variados
que ni siquiera tiene tiempo de desempaquetar.
Es un maníaco: no habla con los
repartidores del supermercado, sino que graba los pedidos y les deja
instrucciones minuciosas sobre lo que han de hacer para entregar la mercancía y
cobrar desde el portal; suele estar en casa con un casco de moto, por si
alguien llega de improviso; no tiene miedo a que le roben, sino a que los
ladrones le dirijan la palabra; es aficionado a las listas de datos
estadísticos. Sus padres le han impuesto la obligación de hablar con un
psicólogo que tiene el encargo de sacarle a la calle, aunque lleva cinco años
intentándolo sin resultado. Es el profesional quien, confianzudo, pasa por el
domicilio y, con el tiempo ha convertido las sesiones en una pantomima, pues tiene
pactado con el protagonista repartirse el dinero de los honorarios y los
encuentros son meros monólogos del psicólogo, hombre aprovechado y caradura que
se bebe todas las cervezas del cliente y le cuenta divertidas historias sobre
sus aventuras clínicas. El protagonista habla poco y, cuando lo hace,
tartamudea.
Este planteamiento, por sí solo, es de gran atractivo
literario, en especial por la habilidosa combinación de fuentes que despliega
el autor. Escrito en primera persona y presente, ofrece una estructura trenzada
de hechos y situaciones en las que baraja, en una alternancia muy lograda, las
siguientes líneas discursivas:
1.- La neura del protagonista, con la descripción de sus variadas
obsesiones, como la referida de no desear ser visto, llevar cubierta la cabeza
con un casco de moto, hacer pedidos a la tienda con instrucciones grabadas para
el recadista, dormirse con el ratón del
ordenador entre las piernas, relajarse con listas interminables de
estadísticas: personas que morirán de cáncer, índice de suicidios y una
interminable relación de datos variopintos.
2.- Su relación con el porno y
las más diversas formas de satisfacción onanística por internet, que le sirven
de medio de vida porque se dedica a una especie de intermediación para encandilar a posibles usuarios, de forma que
terminen pagando por su satisfacción y él llevándose la comisión
correspondiente.
3.- La relación con Ciria,
otro colega del mismo pelo que, a lo largo de toda la novela se comunica con el
protagonista por medio del correo electrónico y un único tema de conversación:
la posibilidad de rodar un film novedoso con algún contenido que no se haya
visto nunca en ese tipo de películas. Sugiere a Casaradenuez muchas ideas, a
cual más extravagante y divertida, pero este toma la actitud, en general
escéptica, del hombre que lo ha visto ya todo en el porno.
4.- La relación con Aenima,
otro colgado internauta que lo incita a la violencia y al suicidio y que logra
convencerlo a través de correos electrónicos. El planteamiento de su teoría
sectaria es el siguiente: Generatriz es la fuerza ciega que mueve el mundo, su
objetivo es lograr la duplicación de ejemplares humanos y animales; el método
que usa es la atracción física programada entre los sexos. La propuesta, tras
convencer al protagonista de la justeza de sus afirmaciones es que burle la
programación, que se suicide y que lleve por delante a cuantos más humanos
mejor, con el fin de torcer, dentro de lo posible, los planes de Generatriz. De
hecho, una oleada de suicidios con asesinatos masivos recorre el mundo. El
protagonista queda convencido de que es el Elegido de los Elegidos.
5.- Además, baraja otro
elemento de gran fuerza narrativa: las conversaciones, casi monólogos, con el
psicólogo contratado y cara dura, que lleva cinco años repartiéndose con su
cliente los honorarios por no hacer nada y por dejarle el frigorífico vacío de
cervezas. Su único interés es pasar el rato, humillar a su cliente, que lo
recibe siempre con el casco de moto puesto y contar las historietas de su
consulta, a cual más simpática. Su pretensión última es la de sacarlo a la
calle, aunque sea a la fuerza; e, incluso en una ocasión lo intenta, esfuerzo
por el que sólo logra una soberana paliza, propinada por un Cáscaradenuez
enloquecido.
6.- Por último, nuestro
protagonista nos cuenta, con todo detalle, las peripecias de un video juego en
el que participa como héroe y que es trasunto de su propia vida. No deja en el
tintero ninguno de los elementos de un entretenimiento de estas
características, hasta el punto que hace que el lector vea tal juego como una
realidad. Además se prepara el contraste entre la visión de esta y el mundo palpable
que es interpretada, cuando por fin sale de casa, como un videojuego más.
Estos elementos son combinados con equilibrio narrativo
impecable en la primera parte de la novela, hasta que en el final de ella,
antes de lanzarse al desarrollo, se plantea un sorprendente giro, la aparición
de otro personaje central, el que da nombre a la novela: la pistola. Adquiere
una pistola por internet. Aenima lo ha convencido de que un tiro en la sien es
la forma más sencilla de suicidarse, pues ni siquiera se escucha el sonido del
disparo, dado el juego de velocidades del sonido y la luz.
Pero, y aquí viene lo bueno, el suicida, decidido a ejecutar
sus planes, como buen Elegido de Elegidos, se da un respiro para abrir varios
paquetes de comics, almacenados desde hacía años. Lo cierto es que aumenta el
número de pequeñas acciones que quiere realizar antes de despedirse de este
mundo, pierde fuelle en el negocio de distribución pornográfica, y se ve
obligado a salir a la calle para comprar alimentos.
Hasta aquí la lectura ha resultado entretenida, pero la
salida y acciones siguientes, esa segunda parte, confiere a la novela categoría
de clásico, en la proporción de calidad de la segunda a la primera parte del
Quijote.
En efecto, en el
segundo tranco vemos al protagonista atravesar la realidad como si fuese un
videojuego más, encontrar paz y tranquilidad en manosear su pistola, que
siempre lleva consigo y que, en cualquier momento, puede poner fin a su
sufrimiento, aunque termina en su bolsillo como un mero talismán. Aparece otro
personaje extraordinario: la cajera, la heroína, con la que tiene una
extraordinaria aventura amorosa. Asiste a una matanza llevada a cabo en el
supermercado por un viejo compañero de clase, también muy tímido, el Mazorca. Este
muere y Cascaradenuez pasa a ocupar su puesto de trabajo como repartidor de
supermercado. Se confunden en sus sueños la realidad con el videojuego, en el
que el difunto Mazorca termina por aparecer. Se interrumpe la comunicación con
Aenima y Cascaradenuez termina convirtiéndose en el promotor de la idea de
lucha contra Generatriz, para lo que llega a crear una especie de red de
adeptos a los que alimenta copiando y pegando mensajes de su desaparecido
maestro Aenima. La Cajera, joven vital y desenfadada, el contrapunto del
protagonista, empatiza de inmediato con el lector y ello humaniza aquel, hasta
el punto de convertir la narración en una divertida historia de amor. La lucha
contra Generatriz se transforma, a medida que Cascaradenuez va conociendo la
vida exterior, en labor de convencimiento y de burla de sus designios, más que
de eliminación física de duplicados.
¿En
qué termina todo?; no estoy dispuesto a contarlo. ¿Quién es Aenima?; no pienso
decirlo. ¿Logra tener la cajera un hijo de Cascaradenuez?; me callo. Y me callo
en contra de mi habitual campaña contra el spoiler tonto. Sigo sosteniendo que
en una obra literaria es la forma de narrar lo que debe prevalecer sobre la
trama y el argumento, que no importa, en definitiva, saber de antemano cómo
acaba una novela, porque lo válido es el cómo, no el qué. En este caso, sin
embargo, quiebra el razonamiento, pues se aúna en la obra la extraordinaria
originalidad narrativa con la técnica depurada. Una y otra se refuerzan y no
voy a ser yo quien quite valor a esta gran novela con mi locuacidad. Compren el
libro y lean. Está en booknet de planeta y cuesta sólo 8,95 euros. Será el
dinero que mejor empleen en mucho tiempo, una fuente natural de placer estético.
No me resisto a soplarles, sin embargo
que uno de los personajes secundarios es un internauta ciego que tiene la manía
de grabar, filmadora en ristre, cuanto suena a su alrededor pues, quizá, en un
futuro la técnica sea capaz de curar la ceguera y, en tal caso, le agradaría
ver la película de su vida. ¿Puede haber mayor sentido del humor? No diré, sin
embargo, de quién se trata.
¿Por qué genera tal satisfacción una obra que parece
tributaria del cómic? Podría hablar durante páginas y páginas de sus virtudes,
pero conviene terminar, pues mi nave literaria ha de zarpar para surcar otros
mares. Pienso que su secreto radica en tres indiscutibles valores artísticos:
1.- Su
valor, cinematográfico, con escenas en las que los personajes se presentan en
acción, las descripciones son secuencias, las reflexiones están imbricadas en
la vida cotidiana, los personajes están definidos en la acción misma, con un
alto grado, en definitiva, de extrañamiento narrativo, esa cualidad tan alejada
de los best-seler.
2.- El
sentido del humor entendido como contraposición grotesca de los elementos de la
vida, no como mera gracieta. Por ejemplo, será inolvidable en mi acervo
literario la escena de Cascaradenuez destruyendo con lejía y con fuego los
espermatozoides retenidos en el condón doble que se puso para burlar a
Generatriz, o la escena de sexo con inspección minuciosa y previa del cuerpo de
la amada. Golpes de este tipo, en los que el autor se ríe de su sombra, son
incontables.
3.- La
superposición de escenas hasta llegar a un todo impresionista. Por ejemplo, el
videojuego onírico que se sobrepone, paso a paso, secuencia a secuencia, sobre
la experiencia de la vida cotidiana entendida también como videojuego, incluso
con rankings técnicos de verosimilitud; La desaparición de Aenima y su
sustitución por Cascaradenuez como líder de la secta informática. Estas y otras
escenas se mezclan, se superponen, se proyectan confundidas, hasta que generan
una imagen de unidad. Algo similar a la técnica empleada por Gonzalo Torrente
Ballester en la superposición y posterior unidad de los cuatro Jotabés en la “Saga Fuga”
En
fin, una lectura recomendable que será estudiada en el Segundo taller de
Lectura y Técnica Literaria de Espacio Kattigara, que se iniciará a mediados de
septiembre, pues he descubierto una obra con vocación de clásico para el
análisis del ritmo narrativo y de la verosimilitud.
Si ha
parecido esta columna ponderativa en exceso, sepan quienes no me conocen que en
este blog sólo escribo las críticas ponderadas de las novelas que me gustan,
que para poner en solfa la mala literatura hay otros foros en los que no salen
bien parados los malos escritores a los que la industria cultural endiosa sin
merecimiento alguno.
Gracias,
Enrique, por tu novela. Hacía tiempo que no me enganchaba de principio a fin
con una obra. Gracias y a seguir afinando la pluma.
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